Hace unos días, analizamos la situación que había llevado al desastre a Abengoa. Parece ser que Abengoa no era la única empresa que pretendía tocar el sol, también lo quería hacer SunEdison.
SunEdison es o era (según se mire) líder mundial en el desarrollo de energías renovables. Al igual que su homóloga española, ella también tenía un sueño, llegar a atrapar el sol con sus propias manos. Al parecer, está de moda que las empresas de energías renovables intenten llegar al sol, pero en vez de lograrlo con sus propios recursos, utilizan los ajenos (deuda).
En 2010, la situación del balance no era mala, ya que casi un 50 % de la financiación se hizo con recursos propios (estaba capitalizada). No obstante, a partir de 2011, la situación cambió radicalmente hasta que, en 2014, la compañía solo disponía de un 2 % de patrimonio neto. Por si fuera poco, en 2014, la mayor parte de pasivos de la compañía eran a corto plazo. Con todos estos datos, estaba cantado que la empresa no llegaría nunca a tocar el sol.
Al igual que Abengoa, la empresa también estaba decidida en descender a los infiernos. Seguramente, los directivos de la compañía pensaron que sería una buena idea utilizar la energía térmica; ¿Por qué no viajar al infierno y conocer el fuego de Satán?
Los últimos flujos libres de caja son negativos, y si se suman dan un déficit de más de 5.900 M $. Pues sí, queridos lectores, SunEdison llegó al infierno y conoció a Satán. El problema fue que Satán no les dejó usar las llamas del infierno y tuvieron que volver a la superficie.
En definitiva, SunEdison quiso llegar muy lejos y se endeudó mucho. Como dijo George Bernard: «Si has construido un castillo en el aire, no has perdido el tiempo, es allí donde debería estar. Ahora debes construir los cimientos debajo de él». El problema que tiene ahora la compañía es gastarse más de 12.000 M $ en cimientos; ¿Algún inversor inteligente se los prestará? Está claro que La Tortuga Inversora no lo hará.